Es un hecho constatado que las uvas procedentes de tierras altas tienen más calidad: la radiación solar es mayor, la diferencia térmica entre el día y la noche es mayor, los vientos de altura proporcionan una mayor sanidad de la uva, lo que permite un tipo de viticultura que no necesita recurrir a pesticidas; a mayor altitud los suelos son más pobres y pedregosos, por lo que permiten un mayor drenaje para la vid. La capacidad fotosintética en un viñedo depende de la radiación solar y de la máxima superficie foliar expuesta, lo que favorece claramente al viñedo de altitud.
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jueves, 4 de marzo de 2010
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