Búsqueda personalizada

domingo, 28 de febrero de 2010

Fez (Marruecos) – La Medina (Fez el Bali)


Fez (Marruecos) – La Medina (Fez el Bali)

La antigua ciudad de Fez es una ciudad muy tradicional que apenas ha cambiado con el paso del tiempo. Contrariamente a lo que ha ocurrido con la afamada Marrakech, Fez todavía se mantiene en un buen equilibrio turismo-autenticidad.

La antigua Medina Medieval (Fez el Bali) se encuentra rodeada de murallas y forma uno de los complejos medievales más grandes del mundo.

En esta Medina todavía se pueden saborear costumbres y tradiciones que han permanecido inalterables y ajenas al paso de los siglos (la Medina fue construida en el s. IX).
Cuando te sitúes frente a una de sus puertas, mi primer consejo es que te despojes de cualquier tic que pueda condicionar tu visita. Cuando hablo de tics me refiero a: arrogancia, prejuicios, modernidad, tiquismiquis,… Piensa que por unos breves instantes vas a poder retroceder en el tiempo y apreciar como eran la vida y las costumbres en el pasado. Este es el momento de saber si estabas o no en lo cierto, cuando tratabas de imaginar como eran las cosas cuando las comodidades de la modernidad no habían llegado todavía.
Si ya estás preparado, has soltado los tics y has contratado un guía de confianza, ¡adelante! ¡Bienvenido a Fez!
Hay mucho que ver en Fez el Bali, en cualquier catálogo turístico encontraras información sobre eso. Yo voy a tratar de llevarte por otros caminos.

Al traspasar este “túnel del tiempo” tu primera impresión te entrará por los ojos: Las calles son estrechas, sinuosas, oscuras, ocres, laberínticas y embarradas. La segunda impresión vendrá de tu olfato: El olor a cocina y humedad, se mezcla con el olor a especias, azúcar y mandarinas.
Aunque muchas calles disponen de adoquinado, éste resulta irregular y difícil y algunas todavía ni siquiera lo tienen.
Cuando tu cerebro ya haya asimilado esas primeras impresiones es cuando puedes empezar a disfrutar de todo lo que te ofrece la medina. ¡Artesanía y modo de vida!

Como manda la tradición los artesanos se agrupaban por especialidades: ceramistas, afiladores, alfareros, tejedores, caldereros, curtidores…
El medio de transporte de mercancías más utilizado para aprovisionar a estos artesanos es el burro, debido a la estrechez de sus calles resulta muy apropiado. Los burros son conducidos a toda velocidad (relación vehículo/anchura de la calle) por un hombre que va abriendo camino al grito de ¡paso! Será difícil no encontrarse con varios durante el recorrido y será difícil no llevarse algún sobresalto.

En la Medina no sólo tendrás la oportunidad de comprar sino de ver como se fabrica muchas de las piezas que se venden.
NOTA: Es importante para vuestro guía conocer cuales son vuestras intenciones reales de compra. Una parte importante de sus ingresos proviene de las comisiones que recibe de parte de los comerciantes por cada venta. Vuestro guía tratará de llevaros a los lugares fijos en los que él tiene concertadas esas comisiones, lo que suele ser un contratiempo, ya que limita mucho la oferta.
No sólo podrás comprar, también podrás disfrutar viendo la habilidad de estos auténticos artistas. La mayoría de las veces lo que están fabricando no dejan de ser auténticos”pongos” (y esto dónde lo pongo), pero hay que entender que ante todo está el negocio, y lo que se vende, es lo que se fabrica. Observar sus manos, sus movimientos, su concentración. Aprended a apreciar su capacidad de abstracción ante el bullicio y las miradas curiosas.
No todo lo que se vende está fabricado allí mismo, pero sí una buena parte.

Si hay algún gremio de comerciantes que traspasen el umbral de lo conocido y conviertan su trabajo en cátedra, es sin duda el gremio de los vendedores de especias. Empiezan con el arte de engalanar sus puestos de especias. Esas composiciones perfectamente estudiadas, capaces de llamar la atención de todas las cámaras de fotografiar del mundo, merecen un premio. Y siguen con la conjunción de aromas. Ningún aroma sobra, todo está meticulosamente planeado. Por eso, a los que no suman a ese orden olfativo los mantienen en cautividad eterna, presos en los botes de cristal, condenados a revolcarse en su propio aroma para siempre. Sin embargo, se les está permitido ver el mundo exterior, y mostrarse con sus colores y sus formas. Sólo unos pocos proscritos, permanecen ocultos, ajenos al mundo que les rodea, castigados con más severidad y encerrados en recipientes opacos; seguramente suponían un borrón en esa maravillosa sinfonía de colores y olores.
– Siempre me he preguntado como pueden aguantarse esos cucuruchos de especias tan perfectos, sin desmoronarse.-
Después de contemplar y fotografiar ese despliegue artístico, déjate seducir. ¡Piérdete!
Los comerciantes de especias son capaces de encontrar remedio para cualquier dolencia física o mental. Hablad con ellos, preguntadles sobre remedios para el mal de amores, o para la infertilidad o para la impotencia o pedidles que os preparen un afrodisíaco. Esas serán preguntas fáciles para ellos por que se lo han debido hacer miles de veces. Pero no dejéis pasar la oportunidad de solicitar un remedio para algo imposible. Dejadles que os expliquen como una determinada especia, mezclada con esto o con aquello, potencia alguna propiedad que hará que sanéis de lo que sea (no será verdad, o sí, pero eso es lo de menos). En aquellos cestos de colores y en aquellos botes y en aquellos hombres, se encuentra concentrada la sabiduría de cientos de años de experiencia (combinada naturalmente con la picaresca y las ganas de vender). Pero en todo lo que esos hombres explican hay un fondo de tradición y de conocimientos que os convencerán. Mientras habla, retened en vuestra mente ese cuadro de colores y formas, memorizad ese conjunto de olores que vuestras fotografías no captaran, disfrutad con su palabrería embaucadora, y si os convence, comprad.


La tenería de Al-Chauara es el lugar más nauseabundo y encantador de la Medina. Estamos en el barrio de los curtidores de pieles. Allí mejor que ningún otro lugar de la Medina se puede disfrutar de la tradición ancestral.
Para combatir su persistente olor a cadáver te ofrecen una ramita de menta en cuanto accedes a las tiendas de venta de cuero. Desde sus terrazas es posible observar a los curtidores y sus tinajas de curtido. Es como observar una colmena gigantesca.
Si alguna vez habéis visto un panal de abejas, las tinajas de los curtidores os recordaran a la disposición de las celdas de esos panales rodeadas por las paredes de la colmena. De igual manera que las abejas, esos obreros trabajan sin descanso para tener listas unas pieles que cuando llegan a sus manos ya han pasado por un largo proceso que las ha transformado de pellejos perecederos a pieles imputrescibles.
Podréis contemplar como manipulan las piezas de cuero con las manos, metidos en esos pequeños pozos de un metro de profundidad y con el tinte hasta las pantorrillas.
En esos pozos no sólo se tiñe, también se curte, se engrasa y abrillanta, aunque, debido a los colores de los tintes, ese es el reclamo más “comercial” desde la óptica turística.
Pocas veces tendremos la posibilidad de contemplar todas las tinajas llenas y con tintes de colores variados como aparecen en las típicas fotografías turísticas. La realidad suele ser más monocroma (tono agua sucia) con algún toque aislado de un color intenso. La paleta de colores maravillosos sólo se consigue por encargo y previo pago o por photoshop. Pero eso no impide que la colmena y sus tinajas se queden como un recuerdo imborrable en la mente de todos aquellos que la han visitado. También ayuda mucho a apuntalar el recuerdo el dichoso “olorcito”.
Ya en la tienda, cuando miréis que comprar, acercaros a las babuchas. Observar las que están pintadas a mano. ¿Os gustan? Normalmente las pintoras de esas babuchas suelen ser las niñas más pequeñas de la casa. (Fuera tics)

Otro importante gremio de artesanos es el de los tejedores. Aquí será fácil encontrar a algún hombre de avanzada edad ante un telar, haciendo cosas sencillas ante la atenta mirada de los turistas. Mucho más difícil será que os permitan ver un taller de alfombras. Suelen estar en pisos altos fuera de las miradas de los turistas. En habitaciones con poca luz encontraríais en el centro, a modo de tapiz, el proyecto de alfombra en su bastidor. Para trabajar en ella, se sitúan una fila de niñas a cada lado. Trabajan con destreza y cuando reciben alguna visita te explican con total candidez en que consiste su trabajo. Incluso te dejan dar alguna puntada a la alfombra. Es muy entrañable, pero… esas niñas, si trabajan, no estudian ¿?...
Ya os he advertido al principio que era muy importante despojarse de los tics.
Comprar alfombras es toda una experiencia. Es como hacer un doctorado acelerado de preparación para el regateo.

Es un riesgo evidente, pero necesario, probar alguno de los dulces que hacen en esas diminutas “pastelerías”. El que se atreva descubrirá sabores únicos, en unos productos algo toscos pero elaborados artesanalmente con productos naturales. Todavía es posible encontrar algún dulce elaborado con alguna receta secreta. La gastronomía marroquí es una de las más amplias y caseras del mundo y se suelen trasmitir las recetas, de manera verbal, de madres a hijas.
Arriésgate, seguro que has metido en la bolsa de viaje el “sulfintestin”.

Tienen mucha fama los ceramistas de Fez, acércate a ellos. Como en todos los gremios, las categorías: maestro y aprendiz; están muy presentes y se hacen evidentes. Los unos amasan la arcilla húmeda, mientas los otros: modelan, esculpen, engalanan y hornean.

A estas alturas de tu excursión ya estarás completamente desorientado. En este momento ya habrás comprendido por que decíamos que la Medina es un laberinto.

Déjate envolver por el constante y pertinaz golpeteo de los caldereros. Sin ninguna duda el mejor de los escenarios para llevarte unos cuantos recuerdos fotográficos en blanco y negro.

En el barrio de los andaluces podrás pasear con comodidad por el mercado de la fruta, de la verdura y del ganado.

En el barrio judío, podrás encontrar oro al peso. ¿Dónde sino?

Me gustaría recomendaros una visita a las medersas (escuelas teológicas). Las medersas son lugares reservados a la enseñanza y alojamiento de los estudiantes. Si vuestro guía es un buen guía, os dará todo tipo de explicaciones sobre el régimen de estudios. Resulta muy interesante y diferente de lo que conocemos.
.
Reglas básicas para comprar en los lugares dónde se practica el regateo:

- Ellos llevan toda la vida haciéndolo. No trates de ser más listo.
- Si no tienes intención de comprar no inicies el regateo. Les molesta mucho perder el tiempo.
- Si vas a comprar, siéntate, ármate de paciencia y acepta el té.
- Son muy pacientes y obstinados, viven de eso.
- Ellos deben pelarse por 2 euros, en una compra de 50 euros, tú no.
- Ellos nunca pierden y saben leer perfectamente en que momento tú ya te sientes satisfecho con lo logrado.
- La mejor hora para realizar las compras importantes es al final del día. Si el día no se les ha dado especialmente bien, podrás vencer su obstinación con más facilidad. Hay momentos en que para ellos prevalece más la necesidad de hacer caja que la de obtener grandes beneficios.

No hay comentarios:

Páginas