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miércoles, 17 de febrero de 2010

Delicias prehistóricas

Es evidente que el paladar humano está diseñado para el disfrute. A lo largo de la evolución, el hombre ha ido aprendiendo a encontrar, a saborear y a disfrutar, de cosas que ya estaban ahí antes, pero que nosotros hemos elevado a la categoría de maravillosas.

Cuando pienso en el caviar, imagino a los primeros Homo Sapiens o quizás a los Neanderthal o algún otro antes que ellos, observar con curiosidad la costumbre de los esturiones de remontar los ríos y desovar en los mismos sitios todos los años. Imagino como visualizaron la oportunidad y como fueron a su encuentro para coincidir con ese desove anual y procurarse así una pesca fácil y abundante. Algo así como la almadraba del esturión.
No tardarían mucho tiempo en descubrir que había dos tipos de peces, los que estaban vacíos y los que estaban cargados de esas diminutas bolitas que suponían un exquisito manjar. Me los imagino, año tras año, disfrutando sin límite de un placer inigualable.

Las propiedades afrodisíacas del caviar debieron convertir esas jornadas en algo más que días de comida y pesca.

Puedo imaginar como, año tras año, aumentaba su impaciencia y como la ansiedad se reflejaba en sus rostros a medida que las fechas de la “fiesta del caviar” se acercaban. Unas jornadas que reunían los ingredientes necesarios para convertirse en legendarias: almadraba, caviar y sexo.

La pregunta que me surge es muy “simple”: ¿Aprendimos a apreciar el caviar o ya venía con vitola de delicatessen?

Sea como fuere, este es uno de esos ejercicios de imaginación que me encanta practicar.

Cuentan los cronistas que Luis XV de Francia escupió al probar aquellas huevas minúsculas que le había enviado como presente el zar Pedro el Grande.

No todos tenemos la misma capacidad para apreciar y disfrutar de algunos placeres.

Esa reacción de Luis XV me resulta incomprensible porque para mí el caviar en boca es el producto más sensual de la naturaleza.

La naturaleza nos tiene reservadas grandes maravillas. Sólo podemos imaginar aquellas que se han perdido por el camino, pero podemos hablar y disfrutar de las que todavía nos quedan: Vino, jamón, caviar, aceite, miel, queso, trufas, foie... y viajes. De todo eso trataremos de hablar en este blog.
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