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lunes, 15 de febrero de 2010

Yo Traigo el Vino

Mucho es lo que se ha escrito sobre el vino y su maridaje con la gastronomía, pero siempre he creído que a ese esfuerzo por realizar un maridaje perfecto le faltaba un ingrediente fundamental del que nunca o casi nunca se habla: “la compañía”.
Es evidente que ni el vino, ni la comida, tienen el mismo sabor cuando se degustan en soledad que cuando se hace con una buena compañía. Y es que el vino se hizo para compartirlo y disfrutarlo con risas.

Bebido con buenos amigos sabe bien cualquier vino. (Refranero popular)

Sólo cuando se está en buena compañía, los sentidos se encuentran aptos para reconocer los sabores a mundo. Sólo en ese momento la riqueza molecular de la uva nos transportará por un recorrido mágico a través del mundo animal, vegetal y mineral. No se necesita aprendizaje para saborear lo que sólo unos pocos son capaces de identificar. Si los sentidos están a punto, los aromas y los sabores del vino harán su trabajo y nos traerán a la memoria vagos recuerdos de sabores y olores conocidos. Apelará a nuestros recuerdos más primitivos para cautivarnos. El vino, si los sentidos están a punto, nos trasladará a ese estado placentero en el que la imaginación y la fantasía hacen acto de presencia.
Sólo, si los sentidos están a punto, un buen vino se transforma en un excelente recuerdo.

El vino exalta la fantasía, hace lúcida la memoria, aumenta la alegría, alivia los dolores… destruye la melancolía. (Refranero popular)

Un país que ha forjado su carácter y su cultura alrededor del vino, se enorgullece de acoger a los visitantes que vienen de allende las fronteras para enseñarles a compartir sol y vino. No importa de dónde venga el visitante, siempre habrá una mano amiga dispuesta a ofrecerle una copa de vino. Siempre habrá una mano amiga que le acompañe en ese recorrido por el paraíso de los olores, por la catedral de los sabores. Siempre habrá una mano amiga dispuesta a llenarle su álbum… de recuerdos.

Cuando a la boca llega el vino, en húmedo beso tranquilo, su seda, su terciopelo y su sabroso tanino, todo su sentir entrega. Primero eres su amante, por siempre, ya, su amigo. (Refranero popular)

“Yo traigo el vino”, esa frase hecha es la definición perfecta de ese acto social de compartir los buenos momentos alrededor de una botella de vino. Desde aquí nuestro homenaje para todos aquellos que siempre tienen esa frase lista para ser disparada: ¡Yo traigo el vino!
Desde aquí nuestro homenaje a todos aquellos que pretenden hacer de ese acto social algo más que un encuentro.

Disfruta, comparte, recuerda.

“Yo traigo el vino”

Beber vino es como sembrar de poesía el corazón. (Refranero popular)
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